jueves, 3 de octubre de 2013

Conocer los fundamentos básicos de las emociones y del cerebro para formar alumnos emocionalmente inteligentes







A pesar de contar con más de una función, el sistema límbico es el sustrato neurobiológico de las emocionesLas emociones están intrínsecamente ligadas al aprendizaje debido a su relación con la motivación, que proporciona el potencial energético necesario para la puesta en marcha de los comportamientos. En el ser humano, las emociones son el aspecto subjetivo de reacciones instintivas relacionadas con necesidades biológicas fundamentales (supervivencia).

La motivación no se limita a necesidades biológicas fundamentales, sino que también estimula comportamientos más elaborados, como la cognición o la toma de decisiones.

Por lo tanto, se puede concluir que las emociones positivas ayudan a la motivación mientras que las emociones negativas obstaculizan cualquier intento por aprender. A su vez, el uso de las emociones positivas para el desarrollo cognoscitivo es de especial importancia en la autoestima del alumno, ya que aprende a no asociar el fallo al fracaso o a emociones negativas.

Según Bruno de La Chiesa, las emociones positivas que derivan del aprendizaje pueden resultar tan placenteras y motivadoras que animen al individuo a seguir aprendiendo.

Los estados de estrés o miedo perjudican al aprendizaje. Un moderado nivel de estrés resulta positivo para el mantenimiento del estado de alerta y de la atención.

La atención es la base del conocimiento y de la acción, es una orientación-concentración mental hacia una tarea y la inhibición de otras tareas que compiten por la atención. En esta reacción intervienen la amígdala, el hipocampo y el lóbulo frontal; este estado de alerta permite al cerebro estar en las condiciones óptimas para tratar la información. Sin embargo, más allá de eso puede resultar nefasto ya que se segrega cortisol, una sustancia química que produce efectos negativos en el aprendizaje y en la memoria.

Varios estudios apuntan a que un buen método para evitar las situaciones de excesivo estrés o miedo en las aulas consiste en aumentar el tiempo dedicado a actividades de educación física.

Se ha comprobado que el estrés crónico y postraumático es capaz de lesionar el desarrollo cerebral del niño, sobre todo observable en el hipocampo.

Aprender a retrasar la gratificación y a cooperar con el grupo constituye un buen ejercicio para el desarrollo de la inteligencia emocional. Muy unido a esto se encuentra la importancia de controlar las emociones.

La inteligencia emocional se refiere a la habilidad de autorregularse, es decir, de controlar los impulsos e instintos inmediatos, pero también se refiere a la cooperación, esto es, truncar una satisfacción personal para ayudar o satisfacer al prójimo. Aprender a retrasar la gratificación y a cooperar con el grupo es un buen método para formar alumnos emocionalmente inteligentes.







Fuente de información:


Nieves Maya Elcarte y Santiago Rivero Rodrigo
Prólogo y Dirección Científica de Francisco José Rubia Vila
Conocer el cerebro para la excelencia en la educación
Editado por Innobasque – 2010
Agencia Vasca de la Innovación
Parque Tecnológico de Bizkaia

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