martes, 26 de enero de 2016

El bullying o maltrato y acoso entre niños y adolescentes es intolerable.


Supone una agresión gratuita, cruel y repetida de personas más fuertes o con más poder hacia otras personas más débiles o con menos poder real o percibido. Aunque este tipo de comportamiento es un subtipo de conducta violenta, no ha sido considerado tradicionalmente así. Tampoco ha sido motivo de queja en los centros educativos, entre los docentes, los padres o el mismo alumnado que la padece.









Según los datos de la investigación sobre incidencia y prevalencia, el bullying puede ser la forma más prevalerte de violencia en las escuelas y una de las formas de violencia que es probable que afecten a un mayor número de estudiantes.

El bullying o acoso e intimidación escolar se define como un abuso de poder sistemático, repetido y deliberado. Atenta contra el derecho de los niños y adolescentes a sentirse seguros en un entorno escolar socioafectivo positivo, afectando negativamente a su desarrollo psicológico y social.

El acoso, la intimidación y la amenaza forman parte de un continuum de victimización que puede iniciarse con las bromas a costa de otro, para ir minándole y socavándole a través de acusaciones, ridiculización, humillación, abuso, caza de brujas y terminar, en algún caso, en muerte por asesinato o suicidio. Este tipo de comportamiento tiene consecuencias importantes para el desarrollo a corto, medio y largo plazo para todas las personas que participan en el mismo.

Por ello es muy importante disponer de la información y de las estrategias necesarias para poder prevenirlo y, una vez iniciado, pararlo y ayudar a disminuir sus consecuencias emocionales, físicas y sociales en las personas afectadas.

Uno de los principales resultados de las diversas investigaciones llevadas a cabo sobre el acoso escolar a nivel mundial es, por una parte, el reconocimiento de su prevalencia en las escuelas (Smith et al., 1999; Orte, 2006a), y por otra, sus consecuencias para la salud a corto y largo plazo para las víctimas, quienes padecen esta situación de forma repetida durante una parte importante de su desarrollo.

Los comportamientos que adoptan los espectadores en situaciones de bullying han despertado mucho interés en las propuestas de intervención en la escuela primaria y secundaria dirigidas a este alumnado. La profundización en las causas de la escasa intervención de los espectadores, entre otras: la ausencia de normas y de comportamientos de apoyo en el contexto escolar, el temor a ser también victimizado, la valoración negativa de las víctimas o la falta de estrategias eficaces para intervenir, ha dado lugar al desarrollo de estrategias de apoyo a los iguales dirigidas a los espectadores, en concreto, a quienes observan el bullying, y desearían tener una parte más activa en su prevención.
  
Los espectadores están siendo objeto de interés en la investigación, con la finalidad de formarles para que adopten un rol más activo. El objetivo es implicarlos en comportamientos prosociales de ayuda a sus iguales víctimas de bullying. Con esa finalidad se ha desarrollado y evaluado un conjunto de acciones destinadas a fomentar el potencial de apoyo y ayuda del alumnado que, aunque no está de acuerdo con los agresores, no interviene para ayudar a las víctimas.

Es en este contexto en el que se forma y se da apoyo a este alumnado para que pueda ofrecer distintos tipos de apoyo, ayuda y colaboración a otros en situaciones de vulnerabilidad, como es el caso del bullying. Se trata de proporcionar el apoyo social necesario a nivel estructural y funcional, para que el alumnado víctima de bullying, participe de las redes sociales de ayuda, mejore la calidad de sus relaciones con sus iguales, y poder prevenir y/o reducir el impacto de estas conductas negativas.

El centro educativo puede contribuir en la mejora de las relaciones interpersonales fomentando la empatía y las relaciones positivas entre los grupos de alumnado, creando expectativas positivas de comportamientos de ayuda y formando al alumnado en respuestas de ayuda que permitan reforzar la autoeficacia personal en estas situaciones de acoso.

La intervención con los observadores es una cuestión prioritaria en el conjunto de las acciones que se lleven a cabo. Se deben poner en marcha programas cuyo objetivo sea motivar a los observadores para que ayuden a las víctimas. Los puntos en los que puede concretarse el trabajo a llevar a cabo invirtiendo los recursos en los observadores incluyen, en primer lugar, formar al profesorado.

Los puntos más importantes a llevar a cabo por parte del profesorado, son los siguientes (Rigby y Johnson, 2004):

1. Ayudar al alumnado a formular y expresar su propia forma de ver cómo deben comportarse los observadores, ayudándoles en la adquisición de las habilidades necesarias para poder ser de ayuda.

2. Animar a la expresión de respuestas empáticas hacia las víctimas.

3. Animar al alumnado a llevar a cabo comportamientos de ayuda y reforzarlos.

4. Enseñar al alumnado formas constructivas de actuación cuando observen comportamientos de acoso en el centro. Siguiendo la propuesta de Rigby (2003b), mediante discusiones abiertas sobre el comportamiento de los observadores ante distintas situaciones visualizadas a través de dibujos, fotos, películas, etc.

5. Identificar y debatir sobre aquellas situaciones en las que el alumnado esté de acuerdo en que intervenir puede ser peligroso, enseñándoles a pedir ayuda a otros.

6. Trabajar con el alumnado sobre las formas en las que el riesgo de intervenir pueda minimizarse, por ejemplo, haciendo afirmaciones que muestren que a uno le disgusta ese comportamiento, en lugar de implicarse físicamente en cualquier pelea, y animando a otros observadores a verbalizar también su oposición.

7. Ensayar con los estudiantes lo que deben decir cuando vean que el bullying tiene lugar llevando a cabo estrategias de juego de rol en situaciones simuladas como observadores.

8. Animar al alumnado a contar a la clase sus experiencias como observadores cuando hayan respondido de forma positiva en situaciones de bullying. Comentar con el alumnado los resultados de su conducta, reforzarla positivamente y explorar las dificultades y las posibles soluciones.

Este tipo de contenidos deben formar parte de estrategias más amplias de trabajo en las que se enseñe a los estudiantes a mostrar su desaprobación, contribuyendo a fomentar respuestas de ayuda entre iguales ante las agresiones.

Con esa finalidad se ha desarrollado y evaluado (Cowie, 2000; Naylor y Cowie, 1999; Cowie y Hutson, 2005) un conjunto de técnicas grupales en la misma línea comentada, pensadas para desarrollar el potencial de apoyo y ayuda del alumnado que, aunque no está de acuerdo con los agresores, no interviene para ayudar a las víctimas. En este contexto y de forma estructurada, se forma y apoya a este alumnado para que pueda ofrecer distintos tipos de apoyo, ayuda y colaboración a otros iguales en situaciones de vulnerabilidad y dificultad como es el caso del bullying.


Los principales tipos de ayuda entre iguales son los siguientes:

- La hora del círculo: con una frecuencia semanal, el alumnado comparte sus preocupaciones y sentimientos con los demás y, si es posible, busca alternativas para mejorar la situación.

- Compañeros amigos: voluntarios de la misma edad o mayores, entrenados en habilidades interpersonales, prestan su ayuda y amistad a otros estudiantes en riesgo de victimización.

- Mediación y resolución de conflictos: estudiantes formados en técnicas de mediación y solución de conflictos ayudan a otros estudiantes a encontrar una solución satisfactoria para ambos ante diferentes conflictos.

- Escucha activa: estudiantes formados en esta técnica ayudan a otros estudiantes en situaciones de malestar en un contexto formalizado y supervisado.

- Tutorización de iguales: estudiantes más mayores formados para este fin guían y modelan a otros más jóvenes mediante el contacto individual y a través de juegos, ayuda en los deberes y escucha en los problemas y preocupaciones.

Las ventajas de la ayuda entre iguales, de acuerdo con los trabajos al respecto de Cowie y Hutson (2005), son las siguientes:

1. El alumnado detecta la violencia en las fases más tempranas.

2. Es más probable que el alumnado confíe en un igual más que en un adulto.

3. Las victimas tienen a alguien a quien acudir y perciben que en la escuela se actúa en el problema.

4. Supone una ayuda también para el profesorado, a quien a veces falta tiempo y recursos para ocuparse de todos los problemas interpersonales que le llegan.

5. El alumnado formado como ayudante aprende habilidades interpersonales que le serán de mucho valor en su propio ejercicio de la ciudadanía activa.

6. Los padres también visualizan y valoran la preocupación de la escuela por el bienestar de los estudiantes.

7. Los sistemas de ayuda ofrecen relaciones potenciales con otros servicios, por ejemplo, los departamentos de orientación y otros recursos dentro o fuera del centro.

8. Entre los ayudantes, a menudo están quienes fueron víctimas de violencia. Esto les hace tener mayor empatía por la experiencia e integrarse en grupos en los que predominan el apoyo y la ayuda. En la comunidad.

La dimensión social de la educación es un objetivo apenas asumido, apenas esbozado en la institución escolar, que sí puede asumirse desde la educación social. El profesional de la educación social puede cumplir muy bien con ese cometido; eso sí, poniendo en marcha proyectos de intervención socioeducativa no sólo en situaciones de inadaptación, sino también de normalidad y de inclusión. No sólo en programas de tratamiento, sino también y, fundamentalmente, en programas de prevención.

La intervención en el bullying no puede asumirse sólo por los centros educativos. Es necesaria una visión ecológica y un compromiso amplio y unánime de los diversos agentes sociales. Esto puede llevarse a cabo a través de programas pensados para las familias que impliquen al profesorado y a otros agentes sociales de los recursos comunitarios como los servicios sociales, de salud, de ocio y tiempo libre, así como los recursos especializados en menores. Se trata de lograr, mediante distintos medios, que el trabajo que se está llevando a cabo en los centros pueda tener mayor continuidad, apoyo, formación, convergencia de mensajes y contenidos educativos.



Fuente de información:


Carmen Orte SocÍas
Universitat de les Illes Balears
La corresponsabilidad educativa y social en el acoso e intimidación escolar. El rol del educador social

http://www.uned.es/pedagogiasocial.revistainteruniversitaria/pdfs/02%20-%2015/02_orte.pdf

2 comentarios:

  1. LA VERDAD QUE EL BULLYING EN ADOLECENTES Y NIÑOS 👦 ESTÁ EN LAS ESCUELAS Y COLEGIOS. 👋👋👍👍💝💝🏡

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  2. Estoy de acuerdo conlas estrategias de intervencion que en este texto se plantea. La génesis del bullying obviamente tiene su origen en la niñez temprana y altamente reforzada durante la niñez tardía seguida en la pubertad y lideriza en la adolescencia en la mayor de las veces. Sin embargo en nuestra sociedad ocurre el fenómeno también a nivel laboral.

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