lunes, 8 de octubre de 2012

Somos conscientes de nuestras propias decisiones medio segundo después de haberlas tomado.


Según el profesor Manuel Martín-Loeches - titular de Psicobiología de la Universidad
Complutense de Madrid y coordinador del Área de neurociencia cognitiva del Centro Mixto UCM-ISCIII de evolución y comportamiento humanos- las personas somos conscientes de nuestras propias decisiones medio segundo después de haberlas tomado. “Es decir, que cuando decido mover un dedo, creo que lo he decidido en cierto momento pero en realidad el cerebro ha empezado a actuar antes de que nosotros seamos conscientes de preparar el movimiento”. Otro aspecto es que “todas las expresiones emocionales que vemos en los demás nos afectan de una manera similar como si las sintiésemos nosotros mismos.


Cuando vemos expresiones emocionales en caras de personas ajenas, se activa nuestra amígdala, que es lo mismo que se nos activa cuando nosotros sentimos esa emoción.  No sólo nos afectan las expresiones faciales y auditivas sino que, además, las señales de ánimo nos hacen incluso percibir antes y también el lenguaje es un aspecto al que no somos inmunes en absoluto. Se ha demostrado que cuando usamos palabras que tienen que ver con la vejez o con la senectud, las personas sujetas al estudio que han trabajado con estas palabras, reaccionan más lentamente e incluso llegan a andar más despacio. Las palabras nos afectan positiva o negativamente según sean, y el lenguaje permite expresar emociones y ser traspasadas de unos a otros.





En algunos experimentos realizados se muestra que cuando vemos un movimiento hecho por los demás, nuestro cerebro se comporta como si lo estuviésemos haciendo nosotros y lo que es más curioso, es que incluso cuando percibimos la intención de la otra persona también nuestro cerebro realiza esos movimientos. Si vemos que alguien agarra un vaso, nuestro cerebro lo reproduce como si lo hiciéramos nosotros mismos. Esto es debido a las llamadas neuronas espejo, que se descubrieron en la zona motora y en la zona parietal, si bien es probable se encuentren por todo el cerebro.










Todos estos ejemplos sobre neuroimagen cerebral y otros experimentos que se están haciendo en los últimos años, nos hacen llegar a la conclusión de que la mente humana es extremadamente vulnerable a los estímulos externos. En palabras de Manuel Martín-Loeches, “tenemos una mente muy sensible a estímulos externos, especialmente si son estímulos sociales y se ha comprobado que, las caras, las emociones, las expresiones emocionales y el lenguaje también nos afectan. Las emociones afectan a la cognición y esto hay que tenerlo en cuenta para saber qué es lo que ocurre en el cerebro humano”. Para Martín-Loeches la mente y el cerebro son los que conducen y que el reto de la neurociencia es llegar a conocerlos lo mejor posible.


Por: Aránzazu Ibáñez

Fuente de información:
Brain Inmotion. Fundación Repsol

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